Lic. Gisela Santacruz Santacruz
En su último informe como presidente de la república el 1 de septiembre de
1928, Calles delineó una serie de
cambios en la conducción política del país. Primero, y como muchos de sus
seguidores le pedían, afirmaba de manera categórica que él ya no sería nunca
más mandatario del país. Luego, señalando que con la muerte de Obregón, México
vivía una falta de “caudillos”. “En pocas palabras, propuso que la política
tenía que empezar a depender de las instituciones y no de los caprichos ni de las
ambiciones de los distintos grupos que siempre estaban disputándose el poder.”[1] Esto
nos señala, que era necesario orientar definitivamente la política del país por
rumbos de una verdadera vida institucional, procurando pasar, de una vez por
todas, a un país con reglas y normas estipuladas a través de organismos
institucionales.
Además, llamaba a la unión
institucional de la “familia revolucionaria”, y también, de los sectores
opositores: “este templo de la ley parecerá más augusto y ha de satisfacer
mejor las necesidades nacionales…, cuando estén en esos escaños representadas
todas las tendencias y todos los intereses legítimos del país…”[2]
Si bien este discurso
parecería de vanguardia y con clara vocación democrática, pocos opositores e
incluso pocos de sus seguidores creyeron la sinceridad de este discurso del presidente
Plutarco Elías Calles. Para unos y otros era claro que él seguía siendo
el hombre poderoso del gobierno posrevolucionario.
El tiempo puso en claro que
esta “inspiración
institucional” de Calles, era más bien retórica y que su intención era
crear un partido político único que logrará mantener a raya los intereses y las
ambiciones de los caudillos regionales y que le diera a él, la posibilidad de
convertirse en el “Jefe máximo de la
revolución”, como en realidad lo fue en esta etapa conocida como “el maximato”, la cual nos marca
fuertemente la gestación de lo que sería el PNR.
El control callista se
mantuvo hasta que el presidente Lázaro Cárdenas, ordena la expulsión de Calles y de algunos de sus cercanos colaboradores, de
quienes se había distanciado dada la actitud beligerante de Calles y sus numerosos seguidores.
Luego de largos meses de enfrentamiento en abril de 1936, el presidente Cárdenas
ordena la expulsión de Plutarco Elías Calles y de varios de sus
incondicionales:
…entre ellos
Luis N. Morones, Luis L. León y Melchor Ortega (10 de abril de 1936)…miembros
del ejército condujeron al general
Calles y a sus amigos al aeropuerto de México para enviarlos a los Estados
Unidos, su fuerza política era prácticamente inexistente. Fue un Calles
envejecido, con un ejemplar de Mein Kampf
en el equipaje, el que dejó definitivamente el escenario político mexicano…[3]
[1]
Reyna, José Luis. Para entender El
partido Revolucionario Institucional PRI, (Nostra, México, 2009, p 14.
[2] Garrido, Op. Cit., p 67.
[3] Garrido, Ibidem., p. 200.