Lic. Gisela Santacruz Santacruz
José López Portillo ya presidente de la república en funciones en 1977, le encarga a su
secretario de Gobernación, Jesús Reyes
Heroles, el construir una reforma
política que impidiera que se volviera a dar el caso de tener un solo
candidato presidencial (justo como él llegó al cargo) y buscar la participación
de más fuerzas políticas.
Además creó una nueva figura
electoral para darle espacio a las potenciales fuerzas representativas de la
vida política mexicana, las asociaciones políticas, quienes podrían convertirse
en partidos como consecuencia de sus resultados electorales.
Esta legislación de 1977 incorporó un sistema
de representación proporcional que coexistiera con el de mayoría. Se
convirtió así, en un sistema electoral mixto,
multipartidista aunque todavía con una clara hegemonía ejercida por el PRI y
con una oposición reducida a su mínima expresión representada con el PAN y
otras fuerzas políticas, principalmente de izquierda.
Se promulga la LFOPPE, que
significaba un relativo avance en materia de democracia. Ya que, no sólo brindaba más y nuevos apoyos a los
partidos ya existentes, sino que además incentivaba la participación de otras
fuerzas políticas, especialmente las de izquierda que hasta ese momento habían
permanecido al margen de la participación electoral y política.
Por ello fue de relevancia
que esta nueva legislación estuviera acompañada de una ley de amnistía que
beneficiaba principalmente a luchadores sociales principalmente de izquierda,
algunos presos y otros prófugos de la justica, que así pudieron encontrar cause
a sus posiciones políticas e ideológicas.
Creó esta nueva legislación
un órgano colegiado Comisión Federal
Electoral, que se iba a encargar de
muchas de las acciones fundamentales de los procesos electorales, como el
registro de partidos y de candidatos, la configuración de los órganos
estatales, distritales y Locales, retomando el método de insaculación para su
integración, todo esto reduciendo por lo menos en las formas, el papel que
hasta ese entonces jugaba la Secretaría
de Gobernación Federal.
Además, relajó las
condiciones para hacer un partido
político al bajar el porcentaje mínimo de votación nacional para tener
derecho a registro oficial como organización
política (a 1.5% contra el 2.5% que estaba antes), asimismo condicionó el
registro a tener afiliación mínima de 3 mil militantes en la mitad de las
entidades o de los distritos electorales (antes pedía 2 mil 500 en las dos
terceras partes), además de que declaró a los partidos como parte del interés
público.
Esta apertura trajo como
consecuencia que en las elecciones de 1979 alcanzaran el registro tres partidos
políticos más, de los ya reconocidos
PRI, PAN, PARM y PPS, estos fueron: el
PCM, el PST y el PDM. Las boletas electorales tuvieron ahora a siete
opciones.
Además que debido a la
obligatoriedad de que los partidos propusieran candidatos en todos los cargos
bajo pena de perder el registro, hizo que la concurrencia de candidatos
creciera de manera exponencial, como nunca antes se había visto en el sistema electoral mexicano.
A continuación, en el
cuadro 2.3, se ve cómo el partido
hegemónico va perdiendo aunque poco a poco, su aplastante mayoría, con
respecto al principal partido de oposición PAN
y en relación a las demás fuerzas políticas emergentes, luego de la reforma de
1977 sube 0.5% en 1982, y baja hasta 52% en 1988. Es en esta fecha, que se
refleja un cambio considerable de la representación del PRI y el reparto del
poder en el Congreso.
El
sistema de partidos en la Cámara de diputados
|
|||
Sistema electoral mixto
con sistema de partido hegemónico
(1979-1988)[1]
|
|||
Año elección
|
1979
|
1982
|
1985
|
Legislatura
|
LI
|
LII
|
LIII
|
PAN
|
43 (4/39*)
|
51 (1/50*)
|
38 (6/32*)
|
Porcentaje
|
11.56
|
12.75
|
9.5
|
PRI
|
296 (296/0*)
|
299 (299/0*)
|
299 (299/0*)
|
Porcentaje
|
74
|
74.5
|
73
|
PPS
|
11 (0/11*)
|
10 (0/10*)
|
11 (0/11*)
|
Porcentaje
|
2.75
|
2.5
|
2.75
|
PARM
|
12 (0/12*)
|
11 (2/9*)
|
|
Porcentaje
|
3
|
2.75
|
|
PAS
|
10
(0/10*)
|
12
(0/12*)
|
12
(0/12*)
|
Porcentaje
|
2.5
|
3
|
3
|
PMS
|
|||
Porcentaje
|
|||
PFCRN
|
10(0/10*)
|
11 (0/11*)
|
12
(0/12*)
|
Porcentaje
|
2.5
|
2.75
|
3
|
PRT
|
6 (0/6*)
|
||
Porcentaje
|
1.5
|
||
PMT
|
6 (0/6*)
|
||
Porcentaje
|
1.5
|
||
PSUM
|
17
(0/17*)
|
12
(0/12*)
|
|
Porcentaje
|
4.25
|
3
|
|
PCM
|
18 (0/18*)
|
||
Porcentaje
|
4.5
|
||
Total
diputados
|
400
|
400
|
400
|
Tabla 7 Pluralidad en la Cámara de Diputados y
mayorías parlamentarias 1979-1988.
Sin embargo, a pesar de que
las opciones en las boletas electorales se multiplicaron, y al parecer había
más competencia y representación, la realidad era que el sistema electoral de nuestro país seguía sosteniendo a un partido
poderoso. El control del PRI sobre la cámara de diputados, el Poder Ejecutivo
y en general en la conducción del país,
continuó por muchos años más.
Si bien el régimen
aparentemente buscaba relajar un poco el control, perdiendo la mayoría
calificada y ganando la absoluta, la verdad es que en el fondo seguía
manteniendo bajo su tutela dos aspectos fundamentales de los procesos
electorales:
a) Una concentración de los movimientos y procesos electorales a través de
una CFE integrada por un representante de cada uno de los partidos registrados
y reconocidos, un representante de diputados y uno de senadores, un notario
público con derecho a voto y todos presididos por el titular de la Secretaría
de Gobernación.
b) Y la imposibilidad de participación como aspirantes a ningún ciudadano
que estuviera fuera de los partidos políticos nacionales registrados
(proscribiendo a los partidos regionales).
Esto significaba
en la práctica, que la reforma de 1977 no abandonaba los dos lineamientos
básicos de configuración electoral que la ley de 1946 estableció, sino que los
adecuaba a las necesidades planteadas por las presiones políticas de las
últimas dos décadas.[2]
Las características del sistema electoral mexicano que predominaron
prácticamente hasta 1977, se pueden resumir en:
… la fuerte
centralización de todos los procesos
políticos y electorales en órganos del Ejecutivo Federal, como la
Secretaría de Gobernación, o dominados por él, como la Comisión Federal
Electoral y el Registro Nacional de Electores; la autocalificación de los
procesos electorales por miembros del partido oficial, sin que a la oposición
le queden recursos efectivos de apelación, pues la Suprema Corte de Justicia de
la Nación decidió, desde 1949, no intervenir en materia política-electoral; la
fusión, sobre todo en tiempos de elecciones, del partido del Estado y la
administración pública, que pone al servicio de aquel sus recursos humanos y
materiales; la coexistencia de partidos de oposición y de partidos de ‘apoyo
crítico’ a la izquierda y a la derecha del partido de Estado; y destacadamente,
la aplicación sistemática de procedimientos de manipulación electoral por parte
del PRI y de las agencias electorales gubernamentales…[3]
[1] Cuadro realizado con base en los datos de
Reynoso, Víctor, “Sistemas de partidos y sistemas electorales en la federación
mexicana. Puebla y los congresos federales: dos casos contrastantes”, en Caja
negra, revista de Ciencias Políticas y Humanidades, número 7, año 2009, 67-77
pp. Y, con datos de Sainez, Alfredo, “Los sistemas electorales y de partidos en
la composición del Poder Legislativo Mexicano,” página 27, Cámara de Diputados
del Honorable Congreso de la Unión, octubre 2006, consultado en junio 2015,
disponible en: http://www.diputados.gob.mx/sedia/sia/redipal/REDIPAL-02-06.pdf.
Notas: *Diputados de
representación proporcional.
[2]
Molinar Horcasitas, Juan. Op. Cit., p.
98.
[3]
Ibidem, p. 28.