Es para el proceso electoral de 1988
cuando se puede notar un nuevo desgaste en la legitimidad del régimen de partido hegemónico, la permanencia del
“carro completo” en muchas de las elecciones en el país, dando paso a
espectáculos patéticos como los de Oaxaca
en 1983, donde oficialmente en 52 municipios votó el 100% de los
ciudadanos, todos unánimemente por el PRI; en 24 municipios votó el 90%
e incluso hubo 21 casos en que la participación superó el 100%, llegado un caso
a presentar la participación electoral del 191%
de su ciudadanía[1].
Ante esto y viendo que en
casos como los de Chihuahua y Durango la oposición –especialmente la panista–
empezaba a crecer, se hizo un nuevo Código Federal Electoral en 1987 con vista
a preparar el terreno para la elección de 1988.
En este se aumentan las
prerrogativas a los partidos, también la vigilancia de estos hacía fases de los
procesos que estaban siendo más cuestionados, se renovó el padrón electoral, se
redujo el tiempo entre la jornada electoral y la entrega de resultados, se creó
un Tribunal
Contencioso Electoral y se modificó la integración de la cámara de
diputados, quedando 500 legisladores en total, 300 electos por mayoría y 200
por representación proporcional.
En los hechos, esto se
tradujo en que el gobierno federal a través de la Secretaría de Gobernación
mantuvo un control bastante predominante sobre los organismos electorales, el
tribunal prácticamente fue un organismo inútil y en resumen, esto dio como
consecuencia que las elecciones de 1988 se convirtieran en las más impugnadas y
que se cerniera sobre ellas la sombra de la sospecha de un gran fraude electoral que le quitó la victoria en las urnas a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano,
aspirante de la izquierda aglutinada en el Frente
Democrático Nacional, para dársela a Carlos
Salinas de Gortari, candidato del PRI.
No puede
perderse de vista que las elecciones de 1988 han sido las más reñidas de la
historia reciente de México. Tal como sostienen los teóricos de las transiciones
y otros politólogos, las divisiones internas del PRI, la posterior creación de
la Corriente Democrática de ese partido, la expulsión de Cuauhtémoc Cárdenas de su seno y la formación del Frente Democrático Nacional, generaron
un ambiente de crisis dentro del régimen…[2]
Salinas de Gortari, entendiendo la frágil legitimidad de su
victoria, prometió desde el mismo momento de su toma de posesión, una apertura
democrática. Se impulsaron algunas modificaciones en 1990, 1993 y 1994,
buscando establecer mejores y más confiables reglas electorales, aunque se
crearon instancias como el Instituto
Federal Electoral y el Tribunal Federal Electoral en 1990, también la
figura del consejero ciudadano en 1994,
la introducción en la Cámara de senadores de legisladores de primera mayoría que garantizó la participación de
la oposición en la Cámara alta en 1993, al igual que la supresión de la auto
calificación de las elecciones por parte de diputados y senadores y una nueva
legislación que buscó transparentar la utilización de recursos por parte de
partidos y candidatos.
[1]
Ididem, p. 126.
[2] Crespo,
José Antonio, “La evolución del sistema de partidos en México”, Foro Internacional, (abril-junio, 1991),
citado por Cárdenas Gracia, Jaime F Transición política y reforma constitucional, 2° ed., UNAM, México,
2005., P. 101. Consultado en abril 2015: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/837/7.pdf.