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La democracia y las minorías


Lic. Gisela Santacruz Santacruz

La democracia actual –particularmente en lo que se refiere al Poder Legislativo- ha significado que las decisiones de quienes ostentan la mayoría se impongan a los otros sectores de la sociedad. Un análisis sobre cómo se ha integrado el Congreso del Estado de Tlaxcala en los últimos veinte años, ha permitido observar que el poder político en su interior se sigue disputando entre las tres principales fuerzas políticas del país: PRI, PAN, PRD (ANTES DEL 2017). El resto de los partidos políticos tienen una escasa –casi nula- representación y a pesar de los procesos electorales y el proselitismo, los partidos políticos no han llegado a consolidar su autonomía y fortaleza para convertirse en una auténtica oposición.
          La actual legislación contiene una serie de fórmulas y cálculos matemáticos con los que se realiza la asignación por representación proporcional, los cuales  deberían permitir el fortalecimiento de los partidos que son minoritarios.  Sin embargo, dicha normatividad está diseñada para fortalecer a las mayorías. La fórmula de representación fortalece a quienes más votos obtienen, por lo que, al realizar la integración de la Legislatura no existe una compensación de fuerzas, en donde las minorías obtengan por la vía de la representación proporcional, la posibilidad de compensar la asimetría de fuerzas. Estas situaciones obligan a los partidos minoritarios a negociar, generando alianzas con los que mayor representación tienen, para así, poder ser partícipes de las decisiones. Para ello los legisladores de los grupos parlamentarios minoritarios terminan cediendo a acuerdos y conductas que los acercan a liderazgos transaccionales. Esta situación adversa termina por anular los intereses de las minorías parlamentarias ahí representadas y hace más propicio el surgimiento de intereses particulares ajenos al bien común.
Por otra parte, si se habla de otros sectores como las comunidades indígenas, campesinos, la comunidad LGBTTI, ambientalistas, entre otros; la situación es aún más dramática debido a que incluso el hecho de militar en un partido político no garantiza que lleguen a formar parte de la representación popular.
          Norberto Bobbio señala en El Futuro de la Democracia que ésta forma de gobierno toma a los individuos en su papel general de ciudadano, pero no en los diversos roles que fungen dentro de la sociedad; por esta razón es que las demandas de los sectores minoritarios carecen del impulso y representación necesaria.
          En el peor de los escenarios se requieren legisladores auténticamente comprometidos con esas causas, incluso si ellos mismos no forman parte de estos grupos. Porque, parafraseando al ex magistrado del Tribunal Electoral Federal,  Manuel González Oropeza, durante la presentación del libro Hacia una Democracia Paritaria. La evolución de la Participación Política de las Mujeres en México: No se necesita ser mujer para entender los derechos de las mujeres, como no se requiere ser parte de un pueblo indígena para reconocer sus derechos.
          En la búsqueda de que más sectores sociales se encuentren representados en las cámaras, dotándolas de mayor pluralidad, desde 1977 se han llevado numerosas reformas electorales.  Pese a que efectivamente más  partidos políticos tienen legisladores, la realidad es que suelen ser tan pocos que no significan una auténtica fuerza para quienes los eligieron y sus necesidades. Asimismo, se requiere que los legisladores, aunque sea sólo uno por partido, tengan la misma posibilidad para integrar los órganos de gobierno interno, presidir comisiones ordinarias y ser en sí mismo una opción de argumentación, un equilibrio en las relaciones de poder entre grupos parlamentarios y para la división y autonomía ante el Ejecutivo Estatal. De acuerdo a la teoría política, los diputados son la representación de la voluntad popular y deben velar por los intereses no sólo de quienes hicieron posible su triunfo, sino de todos los ciudadanos que habitan dentro de la demarcación que representan.
          Sergio Fabbrini explica en El Ascenso del Príncipe Democrático: Quién Gobierna y Cómo Gobierna las Democracias, que el voto iguala; en consecuencia, tanto quienes acceden al ejercicio del gobierno como quienes fungen como diputados deberían desprenderse de lo más posible de su filiación para cumplir con sus obligaciones. No obstante, la escasa representación se convierte en un problema para alcanzar acuerdos y los legisladores terminan por atender intereses particulares o de los partidos por los que fueron postulados.
          Bobbio reconoce que los representantes poseen dos características; por un lado gozan de la simpatía del electorado y por otro, una vez elegido no es directamente responsable frente a esos electores. Entonces, si no tienen esta vinculación con quienes les dieron la tarea de representarlos, ¿qué intereses representan?
          Una forma primigenia de la organización en el Congreso son los grupos parlamentarios; es decir que los diputados se reúnen de acuerdo al partido político que los postuló o con el que se identifican.  En términos del artículo 63 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo del Estado de Tlaxcala “…A través de ella se impulsan los entendimientos y convergencias políticas con las instancias y órganos, necesarios para alcanzar acuerdos que lleven al Pleno a adoptar las decisiones que constitucional y legalmente le corresponden.”
          En la mayor parte de las ocasiones, es el coordinador quien guía las decisiones del resto del grupo parlamentario; es decir, es él o ella quien da la indicación de votar a favor o en contra de determinada iniciativa, ésta persona suele estar en contacto directo con la dirigencia de su instituto político e incluso llega a ser su dirigente. Tal  situación lleva a preguntarse hasta dónde son los legisladores representantes de los ciudadanos o si actúan como subordinados del partido político al que pertenecen. Por esta razón se hace latente la necesidad de profundizar en la legislación que rige la vida institucional  del Congreso de Tlaxcala, de manera que los principios que rigen su orden interno, su relación con el instituto político del cual emanaron y con los otros poderes del Estado, no sean un obstáculo para el desempeño de sus funciones.
          Bajo el principio de la división de  poderes, subyace la idea de que ninguno de éstos debe cobrar mayor relevancia que los otros; sino que deben trabajar de forma sinérgica para cumplir  su deber con la sociedad. Sin embargo, en tanto no se hagan las adecuaciones que ya se han mencionado, seguirá habiendo un legislativo debilitado en su organización interna e incapaz de hacer frente a los embates de las fuerzas externas.

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