Lic. Gisela Santacruz Santacruz Estructura del Sistema Político
Es
importante señalar que aquello que propicia que un Estado sea fallido se
encuentra dentro de la estructura del
sistema político. Un sistema es el conjunto de unidades que trabajan
colectivamente para hacer funcionar un todo, en este caso nos referimos a un
Estado. Los componentes de este sistema son en analogía como un reloj, un
complejo engranaje que supone una sola finalidad: el dar respuesta a los problemas
colectivos de forma que todos los participantes se consideren incluidos. Dentro
de un Estado, el sistema de partidos, electoral y de gobierno constituyen las
piezas esenciales de este todo. La crisis
del presidencialismo, ampliaba el artículo Democracia presidencial o
parlamentaria[1]
¿Qué diferencia implica? difundido en 1987 se mencionan cuatro argumentos de
crítica al presidencialismo: la legitimidad democrática, período fijo,
lógica de ganador único, estilo de la política.
La legitimidad democrática
1. La legitimidad democrática se da desde el momento en el que los cargos
políticos son elegidos por medio de voto en elecciones populares, pero ese es
sólo un paso para brindarle la legitimidad
completamente en todo sentido que el término puede abarcar. La obediencia
de un pueblo hacia los sistemas
políticos se da de una manera que puede tener varios significados: a). Se
respetan las leyes, decretos y políticas que las instituciones implementan con
la finalidad de satisfacer las demandas de la sociedad y; b). Lo que hace que esta obediencia se dé, no es que realmente el
electorado crea competentes dichos mandatos sólo que se apoyan en la esperanza
de que dichas instituciones en su país son mejores o las ideales para ellos
dependiendo su situación económica, social y política en la que se encuentran
frente a otros países. Por tanto las decisiones que toman las instituciones
influyen en la estabilidad del sistema. Mismas que, dependiendo de sus
resultados otorgan mayor legitimidad o
en todo caso disminuyen la popularidad de los políticos al mando mermando en el
desempeño del sistema. Lipset[2] incluye nuevos términos
para explicar la legitimidad: la eficacia y la efectividad, aspectos que
buscan que las políticas de los dirigentes persigan intereses colectivos. Para
conseguirlo, un gobierno debe enfocarse más en la eficacia que logra los
resultados esperados de lo que es implementado llegando así a un óptimo
rendimiento de las políticas. La efectividad no es la mejor opción si se buscan
métodos para calificar un gobierno puesto que con la política implementada no se consiguen los resultados
esperados pero si se obtienen beneficios para la sociedad de cualquier manera
dando resultados positivos que apuntan hacia la estabilidad. La desventaja que
estos términos tienen es la irresponsabilidad con la que un gobernante puede
llevar el poder, querer tener resultados sólo para cierto grupo de élite
orienta inevitablemente al fracaso. [3]
La legitimidad que proyecta un presidente
frente a la de un primer ministro está fuertemente ligada a los resultados
plebiscitarios, es decir el presidente electo adquiere una imagen
fuerte y mayor legitimidad a la que tiene un primer ministro incluso si este
fue elegido por una igual o mayor cantidad de votos. Al mismo tiempo el
Congreso cuenta con una legitimidad que
deriva del voto y es posible que se den situaciones en las que la mayoría
de la Legislatura sea diferente a la opción política distinta a la de los
votantes que apoyan al presidente. Evidentemente en un presidencialismo se
encuentra esta dualidad, la cual puede representar un problema debido a que
ambos poderes cuentan con legitimidad democrática y la
sobrevivencia de uno es independiente del otro, el problema recaería en la
cuestión ¿quién realmente cuenta con un mayor poder para representar los
intereses del pueblo? En casos así, es muy probable que en las sociedades en
vías de desarrollo exista desigualdad y modernización, esto da como resultado
diferentes opiniones políticas por lo tanto puede recaer en un gobierno
dividido, con esto presente se dará una lucha entre ambos poderes por decidir
quién tiene mayor legitimidad, de acuerdo al programa que quiera ejercer el
Ejecutivo se encontrará con resistencia por parte del Legislativo y el
presidente conociendo su capacidad de movilización procederá a convocar a
manifestaciones que apoyen las reformas que presente.
Consecuentemente
de la dualidad que se establezca en cualquiera de las formas de gobierno y las relaciones que se den entre
presidente-congreso primer ministro-congreso se conseguirá la eficacia de las
políticas aplicadas lo que derivará en la legitimidad que el electorado le otorgue
a cada uno de los poderes, es decir, si estamos hablando de un ministro
que sea elegido por la minoría del Congreso mientras esté apegado a éste y
ambos proporcionen resultados, él estará respaldado ante el pueblo por todo el
Congreso; sin embargo Shugart[4] dice que el hecho de que dos de los poderes
deriven del voto popular es una ventaja del presidencialismo más que un contra,
confía en que la manera de eliminar este problema es definir bien los poderes,
establecer medidas que logren distinguir la legitimidad tanto del Ejecutivo
como del Congreso aun cuando la mayoría no sea del partido del presidente,
encuentra más un reto en la colaboración que van a tener para reafirmar la
confianza de la que deriva su poder.
El período fijo
2. El período fijo; en un gobierno democrático el tiempo o período que
alguien se encuentra a cargo es un determinante del régimen, las elecciones con
cierta continuidad permiten que la sociedad juzgue por medio del voto a sus
representantes permitiendo que sigan gobernando o quitándoles el poder si es
que este se está volviendo autoritario además permite que esté en constante
distribución del poder, es decir que todos los partidos políticos tienen acceso
a un cargo de representación así como frenar que solamente uno quiera imponer a
sus partidarios convirtiéndose en el sistema en uno de partido predominante
incluso de partido hegemónico lo cual deforma los principios del sistema de
partidos competitivos bipartidista o en todo caso multipartidista que busca
tener la democracia.
En el presidencialismo, el Ejecutivo
únicamente se separa de su cargo una vez que termine su período, no importa si
pierde la fe de sus electores, si no cumple su discurso, si sus políticas no
cumplen los intereses colectivos, entre otras cosas. Esa capacidad de retener
tanto poder por determinado tiempo va desfragmentando los principios del presidencialismo
transformando poco a poco al representante en un actor sin interés por el
colectivo y además que luchará por mantenerse en el poder en caso de que exista
la reelección o tratara de mantenerse a un lado de su sucesor.
Dentro del
parlamentarismo
ésta situación no es tan estricta, al contrario de lo que se puede
comparar surgen ciertas flexibilizadas que permiten que la consolidación de un
régimen sea más fuerte: un gobierno a cargo de un Poder Ejecutivo dividido en
dos personas que más bien lo convierten en “un poder compartido” puesto que
ambos trabajan de manera conjunta. Un primer ministro puede ser removido si
pierde el voto de confianza, puede ser destituido si el Congreso cree que es lo
mejor para el gobierno y lo puede hacer en cualquier momento, poniendo al mando
a otro representante y en todo caso convocar a elecciones, son estas
facilidades lo que si bien no fortalece al régimen no lo debilita porque una
crisis del primer ministro puede ser completamente asumida y mantenerse en el
Congreso sin afectar de manera radical a la sociedad; un punto que se debe
mencionar es que la existencia de coaliciones, un bipartidismo o pluralismo
polarizado fomentan cierta unión entre los miembros de las cámaras ya que el
sucesor puede ser del mismo partido sin necesidad de entablar una lucha
desgastante entre ellos y el nuevo ministro tiene independencia de su antecesor
por completo, quizá trabajen en conjunto por pertenecer al mismo partido pero
no sigue sus órdenes pues ya fue destituido y en el parlamentarismo esos
principios teóricamente son muy respetados.
Ésta es
una de las características por las que el presidencialismo es denominado como
una forma
de gobierno “rígida” y el parlamentarismo
como “flexible”; sin embargo se argumenta que es una ventaja
del primero, ya que evita la incertidumbre política puesto que como lo dice
Linz[5]
“fija” al ejecutivo, y se aleja del carácter impredecible que se puede dar
dentro de un congreso en un sistema parlamentarista, porque cualquiera de los
actores que se vean involucrados dentro de éste pueden transformar lo
determinado en cualquier momento desde cambios básicos, nuevas alianzas hasta
cambiar al primer ministro.
A pesar de reducir la incertidumbre, el período
fijo es una característica que también puede tener puntos negativos,
por ejemplo, nada puede destituir al Ejecutivo, sólo el impeachment o su
renuncia y el proceso de ambos es desgastaste para el régimen y para la
sociedad; no obstante, se puede lograr una dimisión voluntaria la cual evitaría
que los conflictos se propagaran a la sociedad, como fue el caso de Siles Suazo
en Bolivia, quien tras la presión de los partidos de oposición, MRN y ADN los
cuales tenían la mayoría del congreso, los rumores de un golpe de Estado lo
llevaron a presentar su renuncia en 1985, en medio de esta crisis se convocó a
elecciones donde el candidato del MRN triunfó, evitando así un golpe y con el
mandato de Paz Estenssoro se logró una estabilidad política en el país.[6]
La
flexibilidad que se le atribuye al parlamentarismo
es que con un período fijo no se
puede remover a aquellos presidentes impopulares sin ocasionar una crisis y
para equilibrar esto el presidencialismo en muchos países prohíbe la reelección
constitucionalmente por los incentivos que puede tener el Ejecutivo de abusar
del poder con la finalidad de asegurar la continuidad del mandato.
Aun cuando
la reelección no es posible, y tras haber tenido un Ejecutivo que perdió
legitimidad, el partido político junto con el presidente en turno no están
dispuestos a perder electores por lo que esto significaría para ellos como
institución (intereses personales), entonces deben encontrar una nueva figura
que prometa continuar con la implementación de las políticas de largo plazo que
el anterior gestor no tuvo oportunidad de cumplir, es decir continuar con el
discurso fallido.
Las
promesas realizadas durante una campaña electoral que no tenga metas realistas
o un buen planificado análisis costo-beneficio o del período lleva a un
gobierno a no cumplir con las mismas convirtiéndose en una desventaja de la
temporalidad del presidencialismo no porque ya no se puedan reelegir si los
electores no quieren que así sea, sino porque cuando un político con tanto
poder creer que puede perderlo se dan situaciones que sólo esta forma de
gobierno podría tener:
a) Las
promesas del discurso no se cumplen ocasionando que los simpatizantes con ese
partido ya no quieran seguirlo más y busquen nuevas opciones que crean que si
pueden satisfacer las necesidades de la sociedad.
b) El tema
de la sucesión se ve impactado por una negativa a dejar el poder, si existe
independencia el nuevo presidente debe reafirmar su cargo ante su antecesor, si
no el ex-presidente estará a cargo de todas sus decisiones colocándose tras bambalinas.
[7]
Es cierto
que hoy el presidencialismo puede elevar los costos de remover al titular del
Ejecutivo, pero el parlamentarismo no está exento de tener las mismas crisis
sobre todo cuando no se puede sostener un gabinete, dependerá mucho de la
conformación de coaliciones dentro del mismo para determinar si la sustitución
de un primer ministro no provocará los mismos riesgos.
La lógica del “ganador único”
Visto como
un punto negativo del presidencialismo, la lógica del “ganador único” se encuentra como objeto en la manera en la que
trabaja tanto el sistema de partidos como el sistema electoral, porque a partir
de su funcionamiento se conseguirá establecer a la figura presidencial, el cual
a partir del momento en el que asciende al poder se convierte en un actor casi
omnipotente, puesto que como ya se mencionó, cuenta con la legitimidad democrática
en la misma medida que el congreso la tiene, a diferencia de un parlamentarismo,
esta figura será jefe de Estado y jefe de gobierno manteniendo un poder con el
que el Congreso tiene que convivir.
A
diferencia del parlamentarismo que con la existencia de un primer ministro
busca un equilibrio de poderes, dividido en igual manera para que las
responsabilidades sean compartidas y no exista un “ser superior” por así
decirlo, que tenga tanto poder acumulado incluso si hay partidos opositores
igual de fuertes que el suyo. De esta manera también se propicia que las
decisiones sean tomadas por un mayor número de personas, cada una defendiendo
lo que les compete pero llevando estas decisiones acompañadas de la pluralidad,
esto se refiere específicamente a la institución de los miembros del gabinete.
Un presidente “cuasi-olímpico”, elige y sustituye a su gabinete de la manera en
la que mejor le convenga a él, el Congreso no toma parte de la decisión a
diferencia del gabinete en el parlamentarismo que lo hace por medio del primer
ministro; sin embargo éste no puede formar a su gabinete sin la aprobación del
Congreso y además no existe una cuestión de jerarquía ya que tanto el ministro
como el gabinete forman una relación horizontal tanto que sí dista de la
relación vertical presidente-gabinete.
El
presidencialismo es catalogado como un juego “suma-cero”[8] se indica que no todos los
intereses están representados para lograr un gobierno que beneficie a la
gestión en cargo, el Ejecutivo busca una mayoría absoluta dentro del Congreso
que acepte los proyectos que presente; sin embargo a pesar de que dicha mayoría
sea del partido del presidente o de la coalición a la que pertenece, se da la
situación en la que el Ejecutivo sienta que posee un poder superior al Congreso
y puede realizar acciones que sean independientes del mismo y sólo use a la
mayoría como base para legitimar sus decisiones. Aunque no siempre se consigue
la mayoría absoluta es muy común que se logre la mayoría relativa lo cual
posiciona las necesidades de los partidarios por encima del resto de
legisladores y del pueblo. Con esta crítica Linz[9],
argumenta que es exponencialmente peligrosa la acumulación de tanto poder en
una sola persona, pues las políticas implementadas sólo van a estar dirigidas a
una parte de la sociedad, no necesariamente incluyendo a todos aquellos
electores que votaron por el presidente y por los representantes de su partido.
Para
reforzar la idea de que el parlamentarismo no tiene esta lógica,
se habla de la existencia de un poder
compartido, es decir se atribuye que tiene la “flexibilidad” de otorgarle
representación al resto de partidos hasta los más pequeños y la disponibilidad
de formar coaliciones. Mientras que un parlamentarismo ha añadido
características de la denominada democracia consociacional, el presidencialismo
es visto como un sistema que ocasiona tensiones políticas, esto se ve afectado
por la relación que se da con el período
fijo, puesto que dentro del parlamentarismo se pueden formar coaliciones de
gobierno y acuerdos entre partidos en cualquier momento para evitar una crisis
gubernamental, no es el caso del presidencialismo en el cual forzosamente los partidos
tienen que esperar un período de cuatro a seis años para realizar algún cambio.
No se
pretende decir que el parlamentarismo es una mejor forma de gobierno pero ante
un problema como el anteriormente mencionado si se muestran disimilitudes en
cuanto a las coaliciones formadas dentro del Congreso, es más común que éstas
se formen dentro del período de gobierno que durante las elecciones por lo
tanto verdaderamente consideran las demandas de los partidos que las integran
aunque éstos sean pequeños, porque al contrario de las coaliciones durante un
proceso electoral no se disuelven una vez llegando al poder si no que mantienen
la convicción del poder compartido: elemento importante del parlamentarismo.
En ambos
casos se pueden encontrar críticas, aunque el presidencialismo es el que cuenta con la mayor parte de ellas; sin
duda, una ventaja que se le da es el voto directo de los ciudadanos para elegir
el cargo, a diferencia del parlamentarismo que deja la decisión a cargo del
Congreso. Otro punto a favor del presidencialismo es que no sólo dentro de
esta forma de gobierno se puede tener está lógica a pesar de los argumentos de
Linz; se dan situaciones en las que un parlamentarismo puede presentar también
esta característica, esto puede ser debido a la presencia de determinados
elementos tales como: un partido disciplinado y de mayoría los cuales no tienen
un control suficiente sobre el primer ministro, se han manifestado ejemplos en
los sistemas Westminster.
Desde hace
más de veinte años, en Gran Bretaña, el Legislativo
ejerce el control sobre el Ejecutivo
pero se ha visto obstaculizado por la presencia de un partido con mayoría, el
cual posee la dirección del Congreso a pesar de haber conseguido menos del 50%
de los votos. El “ganador único” surge debido a que por el número de escaños con
los que cuenta el partido facilitan la aceptación de proyectos del ministro, no
existe probabilidad de un voto de censura, tiene la capacidad de renovar su
mandato y además no cuenta con una oposición fuerte.[10]Los
problemas que conllevan a la existencia
de un “ganador único”, no están relacionados con la forma de gobierno de
manera superficial, surgen a partir de la aplicación del sistema de partidos y
el sistema electoral, es decir, el presidencialismo se posiciona en un
sistema de pesos y contrapesos ya que aun cuando hay partidos que
perdieron la presidencia, aún pueden controlar una parte del Congreso por medio
de los escaños que si logren ganar, lo que mantiene y propicia un equilibrio
justamente para evitar la acumulación de
poder sobre el Ejecutivo, los presidencialismos multipartidistas tienen la
capacidad de que el Congreso esté dividido, lo que favorece a la creación de
coaliciones. Empero, el bipartidismo también puede ser favorable, en el caso de
que la oposición genere acuerdos o políticas con el ejecutivo, donde de igual
manera se encuentran los controles entre ambos poderes.
Estilo de las políticas
4. El estilo de las políticas
dentro de un presidencialismo, es un tema que ya se ocupa del período de la
administración y del carácter bidimensional que tiene el Ejecutivo, como jefe
de Estado y jefe de gobierno, además que al colaborar con el Legislativo es
evidente que lidera una opción política en
específico, en este sentido, Linz se pregunta de qué manera podría el
presidente satisfacer las demandas de todo un pueblo. El presidente se
encuentra ante una serie de límites, por ejemplo, al tener la necesidad de
implementar sus políticas lo llevará a cooperar con el Legislativo, si dentro
de éste se tiene como mayoría a la oposición, hay dos opciones; la primera es
que pretenda conciliar los intereses con
el resto de los partidos tomando en cuenta que puede verse debilitado o que
sus aliados no estén de acuerdo con este método, la segunda es que puede que la oposición no acepte tales acuerdos y
contrario al equilibrio que se buscaba se cree un mayor antagonismo.
En este
carácter bidimensional, tiene resultados perjudiciales en la relación
presidente-electorado o con las élites, porque al tratar de equilibrar los
intereses de todos y sentir el apoyo de aquellos grupos que pueden vulnerar su
poder, sus aliados se preguntan si no los está traicionando. Al tratar de
identificar el papel que tiene dentro del gobierno y de la nación, no puede hacer
una diferenciación de estos lo que puede caer en una fusión entre su electorado
y los partidos, no sabe cuáles son las políticas que debe defender y esto puede
promover el populismo o la promulgación de propuestas de la oposición. [11]
En este punto
el presidente es acusado de encontrarse en una dualidad que no sabe manejar,
por un lado debe satisfacer las demandas del pueblo y al mismo tiempo los de
sus partidarios y no siempre son los mismos porque conscientemente se entiende
que la élite política quiere lograr sus propios objetivos por encima del resto
de la sociedad; problema de la falta de responsabilidad que se debería adquirir
cuando se accede a un cargo público.
En un parlamentarismo, la existencia de un
monarca actúa como figura neutral y moderadora entre el primer ministro y la
oposición, lo que coloca al primer ministro como un miembro más del parlamento
y la relación que existe entre éstos dos se da con igualdad formal, ya sea que
tenga una mayoría o que pertenezca a una coalición de minoría.
A pesar de
los argumentos de Linz, dentro del presidencialismo
se tiene una ventaja que lo posiciona no por encima del parlamentarismo, sino
como una forma de gobierno elegible
dependiendo del caso en el que se quiera aplicar, el sistema de
partidos y la legitimidad dual que tienen son esenciales al otorgarle un punto
a favor, para poder definir bien los poderes que es lo que se pretende en la
democracia, Mainwaring y Shugart[12]
consideran que tener dos agentes del electorado es básico para lograr esa
distinción.
[3] Lipset. Op. Cit
[4] Mainwarring, Scott y Matthew Soberg
Shugart (Comp.) Presidencialismo y
democracia en América Latina, Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 44.
[10] Mainwaring Scott y Shugart, Matthew Soberg, (Comp.) Presidencialismo y democracia en América Latina,
Paidós, Buenos Aires, 2002, p. 42 y ss..