Lic. Gisela Santacruz Santacruz
El régimen presidencial mexicano ha sido
diseñado desde 1929 como un sistema que fortalece al Poder Ejecutivo y genera
condiciones de inequidad que llevaron
a la subordinación de los Poderes Judicial y Legislativo ante el Ejecutivo. Es un problema de diseño
constitucional que concluye en el desempeño antidemocrático de las
instituciones. Es resultado de una serie de decisiones políticas que han
derivado en la degeneración de un régimen presidencialista que elimina las condiciones
democráticas del régimen
presidencial.
La
historia política ha dado cuenta de un régimen
presidencialista que se ha caracterizado por:
a) Ejercicio autoritario del poder
que se ha manifestado en acciones represivas en contra de la sociedad civil.
b) Subordinación de los poderes
Legislativo y Judicial como resultado de la concentración de poder y recursos
que detenta.
c) Construcción de un sistema
electoral y de partido con las condiciones necesarias para garantizar la
permanencia en el poder de un mismo partido, usando la pluralidad como
instrumento de división y confrontación entre las oposiciones.
d) Periodos de gestión gubernamental
que eliminan la rotación y renovación de la clase política, generando con ello
prácticas antidemocráticas entre quienes detentan el poder público.
e) Un sistema de gobierno con
procesos administrativos que orientan y replican prácticas de corrupción.
f) Un sistema de representación
política que otorga un poder autoritario a los partidos políticos.
g) Medios de comunicación que no
ejercen un rol de crítica y denuncia ante los excesos del poder.
h) Sociedad civil lejana a la
exigencia de rendición de cuentas, transparencia y acciones de participación
política directa