Lic. Gisela Santacruz Santacruz
La economía y el entorno sociopolítico del mundo cambiaron entre 1940 y
1946. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) trajo consigo un antes y un después
a nivel global. México tuvo un auge económico como aliado y proveedor
de muchos productos básicos para Estados Unidos, cuya economía y gran parte de
ésta, se basaba en la industria bélica.
Una vez concluida esta
guerra, nuestro país tuvo que entrar a un nuevo esquema económico y social, por
un lado, la gran tarea de reconstrucción de Europa con el apoyo de los Estados
Unidos; y por el otro, la fuerte división política que trajo la Guerra Fría
-entre mundo capitalista y mundo socialista-, a la par de una gran oleada de
anticomunismo que marcó al mundo occidental.
En este contexto, el gobierno mexicano y su gran instrumento
político, el PRI, mantuvieron el
control gubernamental y social del país. El académico José Antonio Crespo, nos
dice:
Pese a todo, el
gran centro ideológico representado por el partido oficial sirvió como colchón
neutralizador de los extremos ideológicos (condición necesaria para mantener la
estabilidad) dando cabida a hombres y proyectos tan disímbolos como Cárdenas,
Alemán, Díaz Ordaz y Echeverría. Todas las tendencias ideológicas, salvo las
radicales, podían encontrar acomodo y oportunidad de ascender dentro del
partido oficial, siguiendo sus reglas escritas y no escritas. El centro ideológico fue, pues, el eje del
sistema de partidos de 1940 a 1982, y en él radica parte de la explicación
de la estabilidad política de ese periodo… La oportunidad de moverse dentro de
ese amplio acuerdo permitió compensar parcialmente la falta de mecanismos de
alternancia como el que opera en los sistemas competitivos de partidos, sean
bipartidistas o multipartidistas. Así surgió como una posible explicación de
este movimiento la ‘teoría del péndulo’, según la cual la derecha y la
izquierda dentro del PRI se alternaban en el poder de tiempo en tiempo, lo que
permitía hacer ciertos ajustes políticos tanto en el sistema como en el modelo
de desarrollo económico, y abría la posibilidad de regresar al poder a las
distintas facciones.[1]
En los años
1940-1950 la economía mexicana se transformó profundamente por efecto de la combinación
de gasto público y crecimiento acelerado del sector paraestatal. El gasto no
aumentó –la relación entre el gasto público total y el PIB se mantuvo en
alrededor del 3%-, pero su estructura se modificó para dar prioridad a las
actividades económicas en perjuicio del gasto social y del administrativo. A
partir de 1945 la inversión pública se concentró en energía eléctrica, petróleo
y producción industrial, y disminuyó en comunicaciones y transportes, que
habían sido favorecidos en el periodo anterior. La reorientación de la
inversión propició la expansión del sector paraestatal como parte de una
política de apoyo al desarrollo del sector privado que requería de grandes
obras de infraestructura, así como las áreas donde había que sustituir
importaciones. Como al término de la guerra se reanudó la competencia
internacional, además de estos apoyos se introdujeron medidas proteccionistas,
exenciones fiscales y subsidios con el mismo propósito…[2]
En lo político con la “teoría
del péndulo” que permitía un vaivén de derecha a izquierda en las
dirigencias políticas y la “sustitución de importaciones” en lo económico que
reorientó el gasto público y la consolidación de una economía interna, el
PRI-gobierno mantuvo a raya cualquier posibilidad de revuelta armada,
descontento político y sobre todo cerró la posibilidad de una verdadera
oposición política en las urnas.
[1]
Crespo, José Antonio “La evolución del sistema de partidos en México,” en Revista
Foro Internacional, Colmex, (abril-junio 1991), consultado en junio de 2015: 599-622.
[2]
Soledad Loaeza, El Partido Acción
Nacional: la larga marcha, 1939-1994. Oposición leal y partido de protesta,
FCE, México, 1999, pp 187-188.