Lic. Gisela Santacruz Santacruz
La conceptualización y
estudio teórico de las clases gobernantes
en la teoría política se remonta a comienzos del siglo XIX con los trabajos de Gaetano Mosca, Wilfredo Pareto y más
recientemente con Carl Wright Mills.
Si bien estos tres exponentes no son los únicos, si pueden considerarse los más
representativos en la materia.
A pesar de las diferentes
denominaciones con las que se refieren a la clase gobernante existente en una sociedad, (dígase clase política para Mosca, élite para Pareto o élite de poder para Mills), existen características inherentes a la
misma que las hacen “identificables en
la práctica” (Mosca, “La Clase política”).
En el caso de la sociedad
tlaxcalteca, las características que nos permiten diferenciar a la clase gobernante de la gobernada (siguiendo
la dicotomía propuesta por Mosca) se componen por un compendio de las
propuestas por los tres autores ya mencionados: en primer lugar caracterizada
como la clase que ejerce las funciones políticas y no sólo las de
gobierno, pues desde una perspectiva enteramente constitucional este último
término delimitaría sólo a aquellos que ejercen el Poder Ejecutivo en
cualquiera de los órdenes de gobierno (dígase federal, estatal o municipal); en
segundo lugar como la clase que ejerce el poder aunque enmarcada en el
Estado de Derecho que le obliga a dar continuidad y rotación periódica del
poder, medida comparable con los requerimientos propuestos por Pareto
para que las élites conserven el poder como son el “instinto de combinaciones” y la “persistencia de los conglomerados”; en tercer lugar la caracterizada
por ser aquella que ejerce el rol de creadora, reformadora y definitoria de las
instituciones y sus fines, lo que le permite compaginarla con sus
intereses y necesidades; y finalmente se caracteriza por poseer una jerarquía piramidal
interna basada en el rol político-administrativo ejercido o por ejercer que ha
creado relaciones de obediencia y subordinación más de carácter
vertical que horizontal entre los actores.
Siguiendo este orden de ideas,
podemos sintetizar a la clase gobernante tlaxcalteca como aquella clase
social que ejerce el poder en cualquiera de las facetas en que lo divide el
Estado, así mismo es una clase social definida y delimitada, aunque no
excluyente puesto que los principios de elección democrática basados en la soberanía
popular le obligan a reconfigurarse periódicamente mediante el ejercicio
electoral; finalmente como la clase social que ejerce el rol de crear y
definir el rumbo de las instituciones de una sociedad, si bien no de manera
exclusiva al menos si de manera mayoritaria permitiéndole impregnar su voluntad
acorde a sus intereses.
Partiendo de estas cuatro
características propuestas, se puede afirmar que la figura del legislador tlaxcalteca se enmarca
dentro de la clase gobernante al asumir su cargo, aunque su rol dentro de la
pirámide jerárquica interna no es el correspondiente necesariamente al de
representante de un poder del Estado,
siendo subordinado por medios de distinta índole a dirigentes partidistas en el
mejor de los casos o al representante del Poder Ejecutivo en el peor, como se
ha documentado y explicado en capítulos previos.
Las características propias de la clase
gobernante hacen que ingresar y mantenerse en la misma sea algo que
presenta serias dificultades, más aún para la figura del legislador al poseer
una tarea de poca estima social originada en parte en el desconocimiento de la
importancia del legislador como por la amplia falta de credibilidad en tal
figura. La imposibilidad de la reelección inmediata como forma de creación de
una carrera legislativa en el pasado y los candados impuestos que obligan a
someterse más al escrutinio partidista que al ciudadano en reformas futuras
contribuyen a esta dificultad.
Éstas razones contribuyen en gran medida a que el legislador no se
instituya por sí mismo en el lugar correspondiente dentro de la clase gobernante, pues ante la perspectiva de una
pertenencia efímera a tal estrato social comparada con la de otros cabeceras de
poder del Estado se buscan opciones de supervivencia política entre las que se
menciona la sumisión a un poder más perdurable o ante un poder que garantice la
permanencia mediante la reelección indirecta o mediante la rotación de cargos
(diputado a alcalde y viceversa), traduciéndose esto en sumisión al Gobernador
o dirigente partidista en turno, respectivamente.
Una revisión somera de los integrantes de las Legislaturas Locales desde
1992 a 2012 nos permite identificar ciertos patrones, entre los que destacan
los legisladores que han conseguido reelegirse tras dejar pasar al menos un
periodo, como se sintetiza en la siguiente tabla:
Nombre del legislador
|
Legislaturas en que participó
|
Partido que lo(a) postuló
|
Forma de ingreso[1]*
|
Adolfo,
Escobar Jardínez
|
LVII, LX.
|
PAN
|
RP
|
Alejandra,
Roldán Benitez
|
LVI, LX.
|
PRD
|
RP
|
Aristeo, Calva
Lira
|
LVII, LIX
|
PRI
|
MR, RP
|
Edilberto,
Sánchez Delgadillo
|
LVI, LIX
|
PRI, PAN
|
MR
|
Gisela,
Santacruz Santacruz
|
LV y LIX
|
PRD
|
RP
|
José Oliverio,
Pérez Hernández
|
LV y LIX
|
PRI
|
MR y RP
|
José Victor,
Morales Acoltzi
|
LVII, LX
|
PT, PS
|
RP
|
Lorena,
Cuellar Cisneros
|
LVIII, LX
|
PRI
|
MR, RP
|
Silvestre,
Velásquez Guevara
|
LVII, LX
|
PRI
|
MR
|
Víctor Hugo,
Cahuantzi González
|
LVII, LIX
|
PRI, PAN
|
MR
|
La clase política en
Tlaxcala.
*: MR=
Mayoría relativa RP= Representación proporcional
Con todo este panorama, podemos concluir que la pertenencia a la clase gobernante es un factor determinante
para el legislador tlaxcalteca. Esto lo lleva en la mayoría de los casos a
renunciar a la independencia e imparcialidad inherentes a su cargo. La subordinación
surge por la disciplina que se les exige en el desempeño de sus funciones, la
cual es recompensada con recursos económicos e institucionales de gestión.
Estos medios les permiten sostener en el
tiempo la aceptación popular, la cual les será útil para poder ganar futuras
elecciones o ser designados como miembros del gabinete del Poder Ejecutivo. La
permanencia en la clase política es el objetivo principal del legislador. Esto
se resume en dos variables: a) los
medios institucionales y económicos para ganar la elección, pero sobre todo, b)
el visto bueno del titular del Poder Ejecutivo, el cual continúa siendo
el jefe político que decide la continuidad o la exclusión de los miembros de la
clase política.
[1] Fuente: Elaboración
propia con información de http://www.diputados.gob.mx/sedia/biblio/archivo/edos/TLAX_60.htm